Descubriendo el centro de Bali
Si ayer ya empecé a disfrutar de la vida balinesa como tal tras tantas horas de viaje y superando un cansancio terrible hoy ya si que he podido al menos tener un primer contacto más real, más de cerca. Y tan cerca, vaya.

Correcto, eso que veis es exactamente lo que veo yo nada más levantarme. Tras un sueño reparador de casi diez horas y una buena ducha tibia mañanera (porque si te la das helada, que apetece, en cinco minutos te hace falta otra del calor que hace) me he ido a descubrir un poco de esta pequeña ciudad: Ubud. Se le considera el centro artístico y espiritual de toda la isla, sobre todo artístico ya que a principios del siglo XX y hasta los setenta se establecieron aquí bastantes artistas de todas las disciplinas huyendo del ajetreo de Denpassar. He recorrido sobre todo las dos grandes calles de Ubud: Jalan Hanoman y Jalan Raya Ubud. Jalan raya significa «Calle grande o ancha» pero de ancha ni mijita porque nuevamente te ves esquivando motos y coches (y a señores que te dicen «Taxi!» desde lejos por si no quieres andar mucho) pero ahora añadimos un plus de peligrosidad: los canang sari, las pequeñas ofrendas que los balineses hacen a diario a sus dioses. No quiero extenderme mucho acerca de ellas porque quiero dedicarle una entrada entera a la espiritualidad de estas gentes que me ha fascinado por completo, pero son estas cosas:


Si parecen recién puestas es porque efectivamente lo están: normalmente las mujeres dejan esas bandejitas a las puertas de los pura (templos), de las casas o los negocios y recitan una oración mientras esparcen agua por la entrada mojando una rama de palma en otro cuenco distinto. El olor a incienso a todas horas y en cualquier lugar es impresionante, viene y está por todos sitios, llena completamente el ambiente incluso cuando no hay casas relativamente cerca. Normalmente las ofrendas están en el suelo frente a la misma puerta del edificio pero en ocasiones las ponen en un pequeño altar de piedra o bambú como el de la foto, supongo que para no darles una patada y tener que tirarte al suelo diciendo «Maaf! Maaf!» (¡Perdón, perdón!) y que te castiguen los dioses por ofenderles. Calle arriba calle abajo me he ido parando en mil sitios distintos que me han sorprendido cada uno a su manera, y aunque tengo bastantes más fotos de momento me quedo con estas dos:


Todas estas cosas que os cuento no es que las haya leído o me vengan por inspiración divina, que va, sino que me lo ha contado Mark, el anfitrión de The Onion Collective, que a mediodía me ha invitado a ir a comer con unos amigos suyos a un restaurante de comida orgánica cercano pero finalmente no han podido venir así que hemos ido primero (en moto y diluviando) a saludar a Pablo, un simpático argentino que regenta «La Xurrería», un restaurante español en pleno centro de Ubud (con su tortilla, su ensaladilla y su jamón serrano) y después a un warung o lo que es lo mismo: un Rinconcillo o una Bodeguita Antonio Romero a la balinesa. Este en concreto era de comida de Sumatra, otra isla indonesia. He visto cangrejos endemoniados que picaban menos y eso que era arroz, verdura, gambas rebozadas y algo más que no se qué era exactamente pero era el origen del mal. No hay testimonios gráficos.
Ya a la tarde tras sobrevivir al diluvio que hizo que Noé se hiciera fontanero conocí a unos simpáticos amiguitos que de lejos hacen una gracia tremenda pero cuando los ves de cerca con esos ojillos tan humanos ya empiezas a apretar las cachas: los macacos.


Exacto, se está poniendo las botas con una de las ofrendas con lo cual yo supongo que la verdadera función de dichos platillos es tener a estos animalitos alimentados y tranquilos para que no se te cuelen por la ventana y se te lleven hasta las bombillas. Yo no me he acercado mucho por si acaso, no sea que aprendan a hacer selfies y me quede sin teléfono.
Y ahora, mientras os ponen Los Simpson por la tele yo me dispongo a ver una película y a dormir para levantarme mañana con el día y darme así una vuelta por el Mercado de Ubud, que hoy le echado un ojo muy por encima y se que os va a encantar…pero a mi más. Me faltaría añadir que me he puesto tibio de ice kopi (café sólo con hielo) cada vez que he podido pero debe ser descafeinado o bien que me he dado un pateo considerable, porque estoy ya acariciando la almohada.
Selamat malam!
PD: Me estoy auto-obligando a dar las gracias siempre en indonesio usando Terimah kasih y hoy he aprendido a devolverlas: Sama-sama que significa «de nada» y a mi me suena a «same» en inglés. En indonesio para hacer el plural de cualquier cosa solo hay que repetirla dos veces rápidamente.